Quizá alguna vez te hayas encontrado en algún momento de tu vida con un sentido de vacío, o carente de sentido, o puede que sea habitual que le des muchas «vueltas a la cabeza», que pienses de manera repetitiva sobre las decisiones a tomar o sobre lo que te haya sucedido, o puede que te hayas sorprendido haciendo cosas inverosímiles para evitar el malestar, como devorando una tableta completa de chocolate, o viendo varios capítulos seguidos de tu serie favorita, quizá respondiendo de manera airada o comportándote en contra de lo que realmente querías, accediendo a proposiciones contrarias a tus preferencias. Estas son algunas respuestas típicas de la inflexibilidad psicológica.
Por otro lado, la flexibilidad psicológica es «la capacidad de sentir y de pensar con apertura mental, de asistir voluntariamente a la experiencia del momento presente y de avanzar en las direcciones que son importantes para nosotros, al tiempo que forjamos hábitos que nos permiten vivir de un modo congruente con nuestros valores y aspiraciones». Se trata de aprender a no evitar lo que nos resulta doloroso y a aproximarnos al sufrimiento, para poder vivir una vida llena de sentido y de propósito (Hayes, S.C., 2020).
Eso de aproximarse al sufrimiento suena raro, sin embargo es algo que la ciencia ha constatado en los últimos cuarenta años tanto desde la investigación en psicología como desde los avances en investigación sobre la conciencia plena o mindfulness. Tanto desde el modelos de terapia cognitivo conductual, como en otras evoluciones de la misma como la ACT (terapia de Aceptación y compromiso) y terapias contextuales.
Esta capacidad, la flexibilidad psicológica, se desarrolla a partir de un conjunto de habilidades que predicen cómo se desarrollará tu vida con más precisión que otros procesos mentales o conductuales conocidos por la ciencia hasta ahora. Además cada una de esas habilidades está ligada a un anhelo o necesidad humana esencial.
Es posible desarrollar flexibilidad psicológica mediante seis habilidades:
- Defusión. Es decir, dejar de asumir como ciertos todos y cada uno de los pensamientos que surgen en la mente, y por tanto dejar de responder guiados por ellos. Tendemos a fusionarnos con los pensamientos por el anhelo o necesidad de coherencia y comprensión de todo lo que nos pasa.
- El desarrollo de una perspectiva del yo, o de la consciencia misma y la distinción entre lo que soy y lo que experimento. Tendemos a identificarnos con una imagen concreta de yo mismo, por el anhelo o necesidad de pertenecer y de conectar con el grupo con los demás.
- Aceptación. Referida al desarrollo de la habilidad de estar con la experiencia (emociones, pensamientos y sensaciones físicas) en lugar de evitarla, cuando no es posible evitarla. Aceptar significa tomar lo que te es dado, responsablemente, sin victimismo. Tendemos a evitar la experiencia interna desagradable por supervivencia, y por el anhelo o necesidad esencial que tenemos de sentir, los humanos buscamos sentir, pero eso incluye todo tipo de sentimientos, no sólo los agradables.
- Presencia. Referida a ampliar la conciencia de lo que nos ocurre en cada momento, en lugar de estar atendiendo durante tanto tiempo al pasado o el futuro. La tendencia a escaparnos del presente, tiene que ver con nuestro anhelo o necesidad esencial de orientarnos.
- Valores. Esta habilidad consiste en elegir los valores propios y no dejarse arrastrar por valores impuestos por la sociedad, la familia u otros grupos. Esta habilidad está ligada a la necesidad o anhelo esencial que tenemos los humanos de encontrar sentido o significado.
- Acción. Habilidad de actuar en dirección a los propios valores, en la dirección que uno elige, y dejar de actuar para al servicio de evitar sentirnos mal, aunque a veces esta acción «valiosa» sea más difícil. Los humanos compartimos el anhelo o deseo natural de ser competentes, de sentir que podemos hacer o aprender distintas cosas, y por eso es beneficioso aprender a actuar hacia lo que es valioso para cada uno.
Más de mil estudios llevados a cabo con las habilidades para la flexibilidad psicológica han mostrado cómo estas habilidades ayudan a determinar por qué algunas personas prosperan después de las dificultades y por qué otras no, es decir, por qué son más o menos resilientes ante las dificultades de la vida o ante dificultades puntuales.
¿Por qué te interesa cultivar la flexibilidad psicológica?
Las personas inflexibles psicológicamente, son más vulnerables a desarrollar ansiedad o depresión, y tienen menos recursos psicológicos para afrontar las situaciones estresantes o traumáticas (como la situación de confinamiento).
Así, la rigidez psicológica es un predictor de ansiedad, depresión, abuso de sustancias, estrés postraumático, trastornos de la alimentación y casi todo el resto de problemas psicológicos y conductuales. Nuestra tendencia a entenderlo todo racionalmente, nos lleva a plantear la vida como un problema a resolver, en lugar de cómo un proceso que hay que transitar, que vivir, y este planteamiento en sí mismo, nos hace pagar un alto precio psicológico.
Quiere decir que cultivar la flexibilidad desde sus distintas habilidades nos va a preparar psicológicamente para la vida, de la misma manera que el ejercicio físico o la alimentación saludable y el descanso propician una mejor salud física.
¿Por dónde puedes empezar? Puedes realizar una pequeña prueba que te ayudará a ir tomando perspectiva. Se trata de practicar lo siguiente: mientras caminas por la habitación, pruébalo ahora, repítete, al menos siete veces, la frase «no puedo caminar por la habitación», sin dejar de caminar. Quizá puedas comprobar como una cosa es lo que dice la mente y otra lo que hace usted, cómo actúa (este ejercicio sirvió, en un estudio de laboratorio, como estrategia para aumentar en un 40% la tolerancia al dolor). Esta diferenciación es lo que se cultiva con la defusión psicológica y también con la práctica de mindfulness de una manera rigurosa.
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Para una explicación más amplia y actualizada quizá quieras consultar:
Hayes, S.C. (2020). Una mente liberada: la guía esencial de la terapia de aceptación y compromiso (ACT). Barcelona: Paidós.